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martes, 20 de abril de 2021

El jardín

       Antes de seguir cavando, pensé en beber una cerveza. Necesitaba un descanso. Aquello ya estaba hecho, ya no me importaba nada más. Fui hasta la cocina y abrí una cerveza fría que me esperaba en la nevera. Volví al patio trasero y me quedé contemplando todo aquello. Ella jamás me hubiera dejado hacer aquel pozo en el jardín, le gustaba mucho ese jardín y lo cuidaba como si fuera un santuario. Recuerdo que lo primero que hizo cuando compramos aquella casa, fue hablar de las cosas que haría en el jardín. Le gustaba decorar. Estuvo meses decorando el jardín, aunque siempre había algo más. Alguna flor, alguna maceta, algún cambio. Si pudiera verlo ahora me mataría. Pero ya no estaba.

      Decidí limpiar un poco la casa. Había platos y copas rotas en el suelo. Una de las hornallas seguía encendida. El agua hervía. La apagué. La radio también seguía encendida. También la apagué. El silencio era necesario. Encendí un cigarrillo y comencé a dar vueltas. No quería volver a verla. La amaba pero me había roto el corazón. Fue duro para mí terminar con lo nuestro, aunque ella lo haya hecho primero.

      Recuerdo que la primera vez que se fijó en Marc, había sido hacía dos meses atrás. Marc había vuelto del ejército hacía poco y volvimos a retomar el contacto, como en los viejos tiempos. Pasábamos casi todas las noches bebiendo y recordando anécdotas. Me había olvidado lo que era tener un mejor amigo.

      Aquella noche habíamos tenido una pelea y ella sabía cómo presionarme. Comenzó a coquetear con Marc frente a mí. Él no decía nada, sabía cómo era Jessica cuando bebía.

-          Qué lindos te quedan los lentes, Marc. – dijo ella, acariciando su antebrazo.

-          Gracias, Jessi. – contestó él, algo incómodo.

      Jessica estaba borracha y comenzó a hacer de las suyas. Me tocaba el pene, bailaba cualquier cosa y seducía a Marc. Le gustaba llamar la atención de los hombres, siempre le gustó, y no le costaba mucho conseguirlo. Era una mujer muy atractiva. Pelirroja. Siempre me gustaron las pelirrojas, tenía cierta debilidad por ellas.

      Después de un par de partidas de pool, decidimos volver a casa. Marc se quedaría en el sofá aquella noche. Nos emborrachamos. Yo había estado trabajando desde las 8 de la mañana y ya eran las 3 de la madrugada. Necesitaba dormir y me fui a la cama. Marc y Jessica se quedaron en el living hablando de la vida. Sospecho que fue en ese momento cuando comenzó aquella historia. Pero todas las historias tienen un final y el final de aquella historia había sido predecible, pero poco común. La verdad es que la distancia entre Jessica y yo era notoria y sus extrañas desapariciones se convirtieron en moneda corriente. Ya no teníamos sexo, ni siquiera hablábamos como personas civilizadas. Cada vez que interactuábamos era para discutir. Sin embargo, tampoco me imaginé llegar a casa una noche y encontrar a mi esposa junto a mi mejor amigo, pero así fue. Algo inesperado. Aunque tampoco vi venir lo que ocurrió después. Aunque, al fin y al cabo, eso es lo bueno y lo malo de la vida.

      Debía seguir limpiando. El suelo seguía sucio y no había estado cavando durante horas para nada. Había que terminar.

      Acabé el cigarrillo y me reincorporé. Hacía calor y estaba sudando como un cerdo. Siempre odié el verano. Las moscas y los mosquitos me rodeaban y se posaban en mi frente. A Jessica siempre le gustó el verano. Otra cosa en la cual discerníamos. Pero, a pesar del calor y las moscas y los mosquitos, me sentía tranquilo. Volví al patio trasero. Me quedé viendo un pájaro que revoloteaba sobre ella. Jamás me hubiera dejado destruir su jardín así y yo jamás lo hubiera hecho, pero lo hice. Lo hice por amor.

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