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jueves, 2 de abril de 2020

Una cuota de realidad

De momento estoy sentado,
escribiendo y bebiendo,
de momento no te veo
pero tampoco me apetece.

Me llegó una factura
y la leí mientras me fumaba el último cigarrillo,
primera cuota de realidad, decía,
todo tiene un precio, pensé,
arrugué la factura entre mis manos,
la hice un bollo
y la tiré a la basura.

Me voy a dar de baja del servicio,
me gustaba, pasaban buenas películas,
pero la cuota era alta,
más alta que mi dignidad.

Abrí otra botella de vino
y volví a la hoja en blanco...
Somos seres humanos,
nos alimentamos del dolor.

La lluvia me acompañaba como banda sonora,
el vino era el anfitrión de la fiesta
y yo un simple invitado
que nunca estuvo invitado
y tenía la suerte de estar allí
rodeado de oscuridad
y envuelto en nostalgia y amargura.

Mañana vendrá otra factura,
tal vez, incluso, más alta que la anterior,
y la pagaremos entre todos,
pero ya no tenía dinero,
ni esperanzas,
aunque mis sueños seguían vivos,
más vivos que yo.