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lunes, 1 de mayo de 2023

A story of dos

Era primavera en Barcelona, llevaba tocando la guitarra en la calle unos cuantos meses, más de lo que había planeado. Pero me funcionaba. Tenía dinero y los problemas habían quedado atrás, por lo menos hasta el momento. Fue durante uno de aquellos mediodías bajo el sol europeo cuando la vi. Estaba sentada con una amiga en una mesa de una de las tantas terrazas de Avenida Gaudí. Era rubia de pelo rizado, tenía ojos verdes y una sonrisa brillante. Yo tenía gafas negras y sombrero, y lucía una camisa vieja y unos pantalones gastados y unos zapatos negros con los cordones rotos. Pero comencé a tocar Knocking of heaven´s doors y ella volteó a verme y fue entonces cuando lo supe. Después de tocar hubo unos cuantos aplausos. La terraza no estaba completamente llena, pero sí lo suficiente como para detenerme allí y tocar un par de canciones. Cuando pasé por las mesas ofreciendo mi sombrero como depósito de la generosidad del público, me detuve ante ella, que muy tranquilamente me dijo:

- You are really good. I don´t have cash, but I can invite you a drink, or a cigarette.

- Thank you – contesté con una sonrisa estúpida –, but I have to continue...

- Ok…

- Thank you anyway.

- Where are you from?

- Argentina, you?

- We are from England. – dijo su amiga.

- Ah, so you are here…?

- Holidays. – dijo ella, posando una sonrisa hipnotizante.

- Enjoy Barcelona – dije, dispuesto a marcharme. No tenía intenciones de involucrarme con ninguna mujer, no después de la última.

- It´s our last night here. – dijo ella, con expresión de lamento.

- Your last night…?

- What can we do tonight? – agregó su amiga – Is there a place you can recommend us?

- Well, you can go to Marula, if you like jazz and dance…

- Marula? – dijo la rubia, buscando en su móvil.

- Yes. Marula.

Entonces me percaté de que aún me quedaban un par de mesas por visitar, así que le dejé mi número y le dije que hablaríamos más tarde. Si no pasas por las mesas pronto, la gente te olvida y no te dejan nada. No podía arriesgarme. El tiempo nos vuelve tacaños. Pasé por las demás mesas. No junte nada. Me despedí de las chicas y continué con mi día.

Más tarde, cambié las monedas que había hecho aquel mediodía y me volví a casa con 50 euros. Nada mal. Cuando llegué, me despojé de mi guitarra, me desnudé y me metí en la ducha. Por suerte estaba solo en el piso. Odiaba compartir piso, pero no me daba para vivir solo. Hay que adaptarse o morir. Me bañé y me metí en la cama. Era un hermoso día primaveral y yo metido allí adentro, en un cuarto de dos por dos, a oscuras, con las ventanas cerradas por las putas palomas que, sin ningún reparo, me echaban su mierda encima. Cerré mis ojos y dormí.

Me desperté horas más tarde, con la verga dura. Fui al baño. Meé y luego ojeé mi móvil. Tenía un mensaje de ella. Se llamaba Fiona. “See you tonigh?”, decía. “Marula”, respondí.

Me vestí y salí para allá. Me dijo que estaban en un bar de copas justo al lado de Marula. Caminé y caminé. No tenía para el pasaje de metro. Cuando llegué, la vi a través de una ventana. Ella me vio y sonrió y se levantó de su asiento, alejándose de sus amigas. Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. El gesto me pareció una cosa adorable y no pude contener mi sonrisa, una sonrisa genuina y estúpida. De repente, sus amigas quedaron a sus espaldas y yo estaba ahí, frente a ella y frente a sus hermosos ojos verdes.

- I own you a drink. – dijo y se dirigió a la barra – What do you want?

- Eh… wine.

- Red wine or white wine?

- Red wine.

- Ok

Me invitó una copa de vino tinto, luego brindamos y nos quedamos charlando. Era muy agradable. Me presentó a sus amigas. Su amiga inglesa que había conocido esa tarde, y dos danesas insulsas. Hablamos un poco de todo. Ella estaba a mi lado y nuestra conversación se hizo más íntima.

- You look happy. – me dijo – Why are you happy?

- I don´t know. I thought you would cancel me.

- Yeah? Why did you think that?

- I don´t know.

- Have you been canceled by many girls?

- No, just the uglyes ones. – contesté riendo. Ella me devolvió la sonrisa y posó su mano en mi pecho.

- How long have you been here?

- In Barcelona?

- Yes.

- A couples of months. And you?

- I don´t live here.

- No, I know that. I mean, where are you from, exactly?

- Liverpool, do you know it?

- Yes. I´ve never been there, but yes… the land of the Beatles.

- I love the Beatles - exclamó - And you? Where are you from?

- Buenos Aires.

- Oh, nice. I have to go there, and “La Habana” too. I love Cuba.

- We have to go to Cuba together.

- It´s a promise. – dijo, estrechándo mi mano.

Luego de beberme la copa de vino, no pude contenerme más y le di un beso. Ella se dejó llevar. Estaba borracha y yo estaba ahí, frente a ella. Nuestras lenguas se lamieron la una a la otra en un encuentro húmedo y sensual. Mi mano bajó hasta su cintura y la atraje hacia a mí, sutilmente. Ella sintió el fuego. Pedimos otras dos copas de vino tinto, un afrodisiaco natural, y volvimos a besarnos apasionadamente. No pudimos contenernos mucho más. Le dije que fuéramos a su hotel. Me dijo que le avisaría a su amiga. Yo la esperé afuera. Encendí un cigarrillo y observé a la gente y las calles sucias y oscuras del barrio Gótico.

- Let´s go. – dijo ella, saliendo del bar.

Nos dirigimos al hotel, el cual se encontraba a unos pocos metros de la estación de Francia. Subimos las escaleras y atravesamos un living oscuro que nos llevó hasta la puerta de su cuarto. Comenzamos a desvestirnos al mismo tiempo que nos comíamos el uno al otro sobre la cama. Le saqué el corpiño, para luego jugar con sus pezones. Tenía un cuerpo espectacular. Me puse boca arriba y ella tomó el control de la situación. Comenzó a lamer todo por allí abajo. Glande, tronco, bolas, culo. Todo. Era una maravilla. Se me puso dura como un garrote y me puse el preservativo. Ella me montó y comenzó a galopar. Le di un par de embestidas, pero noté que me estaba desconcentrado un poco. Puto forro, pensé.

- I hate condoms – dije – Sorry.

Ella me miró lujuriosamente, mordiéndose el labio inferior.

- Are you clean? – me preguntó.

- Yes.

- Are you sure?

- Absolutly, and you?

- Always.

- Ok…

Me introduje suavemente. Fue hermoso. Primero coloqué mi glande en su clítoris y comencé a frotar. Ella estaba en el cielo y yo disfrutando de la vista. Me empalmé y la penetré con cariño. Le gustó. Estuvimos así un rato, hasta que comencé a darle duro. Puso sus piernas en mis hombros y yo le di y le di. Bombeé y bombeé hasta quedarme sin aire. Hubo un fuerte alarido. Me dijo que la tome del cuello y lo hice. Me miró a los ojos cuando tuvo su primer orgasmo, y justo después del segundo, yo saqué mi verga de su interior y rocié su abdomen con mi semen. Fue increíble. Había olor a leche y vagina y huevos y sudor. Calor humano y vino tinto. Demasiada testosterona y suspiros de placer. Fue como si nos hubiéramos regalado un par de años de vida mutuamente.

Me recosté en la cama y encendí un cigarrillo. Ella fue al baño. Yo me acerqué al balcón y me quedé viendo la Avenida. Los coches iban y venían. Las personas también. Observé mi pene, estaba flojo, dormido, como un borracho tirado en una esquina, vomitando semen, bañado en fluidos vaginales. Y las bolas a su lado, como dos perros fieles, peludos y arrugados.

Terminé el cigarrillo y apareció ella. Comencé a vestirme y ella me miró confundida.

- So… you are going.

- Yes – dije – And you come back to London tomorrow – me acerqué a ella y la tome del rostro – You are amazing.

- Is that the last thing you say before you never see someone again?

- No. – dije.

- Ok… Thank you. – contest ella, con una sonrisa algo triste.

- See you in the Habana.

- Let me know if you ever come to London.

- I´ll let you know.

Me fui caminando despacio. No tenía apuro de llegar a ninguna parte. Podría haberme quedado con ella. Aunque también podría haber hecho cualquier otra cosa, desde el principio.

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