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viernes, 6 de enero de 2023

Ni muy temprano ni muy tarde

Por la mañana
él se sentó en un banco
frente a una iglesia
mientras las personas
iban y venían,
¿A dónde iban?
¿De dónde venían?
Y mientras terminaba
su cerveza
un policía se acercó a él
y le preguntó:
"¿No es muy temprano
para beber?"
Y él miró al policía
y el policía lo miró a él
y él le dijo que
nunca era temprano
ni tarde
para nada.
Y el policía lo echó del banco y de la calle
y él se marchó,
mirando sus zapatos
al caminar,
mirando los cien metros
que tenía por delante,
mirando el cielo
y los árboles
y todas esas personas
que seguían
yendo y viniendo
hacia algún lugar.
Tal vez ella esté
en casa,
esperándome,
pensó.
Recordó su sonrisa
cuando vio a las palomas
volando sobre su cabeza,
porque ella odiaba
las palomas
y eso lo hacía reír
y ella reía con él.
Pero cuando llegó,
cruzó la puerta
de su habitación
y ella no estaba
y él se hundió
entre las sábanas,
oliendo su aroma,
recordando su sonrisa.
Luego, muy lentamente,
se deslizó hasta
la cocina,
se sirvió un vaso de vino,
brindó por otro día más
y bebió,
y cuando terminó el vaso,
prendió el horno,
aunque no tenía
nada para comer,
volvió a la cama
y se echó a dormir.

martes, 3 de enero de 2023

Donde queríamos estar

Nuestras sombras se extendían
más allá de las montañas
y el cielo refulgente
y las nubes dulces,
impacientes,
y el sol brillaba a lo alto
dibujando una sonrisa
en su rostro
y yo sonreía
porque ella sonreía,
estábamos
donde queríamos
estar.

Y caminamos,
cuánto caminamos...
caminamos
hasta que advertí
el dolor que me causaban
aquellas botas
llenas de nieve
del día anterior,
mientras nos adentrábamos
más y más en el frondoso bosque
y escuchamos
a los cuervos
reírse de la humanidad
y caminamos
pisando rocas,
ríos y barro.

Y pensé en las planicies
de la ciudad,
añorando cualquier calle
de asfalto,
llana
y con destino a algún lugar
donde pudiera sentarme
y descansar mis devastadas piernas,
pero seguí caminando,
sediento,
hubiera matado al
mejor de todos los reyes
por una cerveza.

Pero el paisaje
nos devolvió el aire
que nos faltaba
y lo disfrutamos,
pero yo me aburrí fácilmente
de observar la inmensa
vegetación que nos rodeaba,
y tanto verde
y las hojas muertas, inútiles,
y aquel camino
escarpado y violento,
pero ella seguía sonriendo
y estaba en paz,
se podía ver,
se podía sentir,
y yo no podía
pedir nada más.

Estaba
donde quería
estar.